Pacific Rim, una película que lo tiene todo en cantidades justas,
incluso critica a la sociedad sutilmente escondida en una trama fácil de seguir
y escenas majestuosas de acción.
A pesar de lo que pudieran sugerir los trailers, Pacific Rim no es para quienes busquen una película en la que todo se destruye en una batalla final épica de 25 minutos que se anuncia desde el segundo minuto de la historia, pueden ir perdiendo la ilusión de eso de una vez. La frase “¡Hoy cancelamos el Apocalipsis!” tan difundida en la mercadotecnia y promoción de la película y tan maltratada y denigrada por quienes desaprovecharon la oportunidad de disfrutar de la película de Guillermo del Toro, que es entre otras cosas el corazón de esta misma.
Pacific Rim o Titanes del Pacífico no es
una película de destrucción; si bien tiene preciosas escenas donde todo se
destruye y explota en mil pedazos, no es su principal pero si su mejor cualidad,
una de esas batallas, de hecho, se lleva a cabo muy temprano en la película, lo
suficiente como para dejar bien claro que el Apocalipsis cancelado revela
también la idea de un guión más inteligente y humano.
Guillermo del Toro, eternamente interesado
por los monstruos y en lo monstruoso, decide aquí verles otras caras. Inspirándose
en H.P. Lovecraft, Ray Harryhausen e Ishirô Honda, muestra a los Kaijus,
enormes bestias que si bien hereda el mastodontismo gráfico que implica tener
criaturas del tamaño de las pirámides de Giza en una ciudad y en escena,
el decide ir a la raíz; Los monstruos de Titanes del Pacífico somos los
humanos y, como toda obra de ciencia ficción que se precie, la película habla
de nosotros, los humanos.
Para dejarlo más claro, la historia no
está en los robots gigantes, los Jaueguers, fabricados para torpemente intentar
combatir a los Kaijus, la historia está más allá, en los invasores que encarnan
nuestra desastrosa situación moral, ecológica e incluso política. Son enemigos
que se perfeccionan y crecen en respuesta a unos supuestos héroes humanos que,
como en toda historia gringa, los subestiman. Son la materialización de la
arrogancia humana que enfrenta a la naturaleza.
La película también, está llena de clichés que si bien sobre abundan, son todos graciosos y justificables ya que en cuestiones de trama, apenas hacen algo, así que no hay necesidad de profundizar en ellos.
Me gustó mucho el detalle que repiten en
varias ocasiones, de destruir todo un piso, pero tener cuidado con las cosas
pequeñas al final del lugar, y tocarlas de forma tan gentil con algo de
semejante tamaño, da risa por mas ridículo que sea. Me hubiera gustado que
profundizaren en la historia de los Jaeguer, en que paso en esos 6 años previos
a la trama que nos cuentan en pantalla. Pero es atendible, el poner y mostrar
tanto en escena, ciertamente restringe el tiempo, y eso que dura dos horas que
no se sienten de lo entretenido que estas por la trama, o lo asombrado que
estas con las escenas de acción, las cuales son majestuosas e incluso sentimentales.
En conclusión, si van buscando un
Apocalipsis grandilocuente y reiterativo, sin sello ni pasión, una cinta que auto
predice la destrucción del mundo en una absurda pelea final, olvídenlo, pero no
significa que no vayan a verla, solo que no tendrá la cantidad que quieren de acción,
pero no importa porque tiene de todo, le agradara a muchos públicos por ello, y estoy seguro la
siguiente vez que la vean encontraran algo nuevo.
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